La partida de Rodolfo Cerdas ha dejado vacÃos difÃciles de llenar en el mapa polÃtico de Costa Rica. El paÃs ha perdido un tribuno democrático que contribuyó a renovar nuestras estructuras y visiones polÃticas y que, en los últimos años, utilizó su elegante e incisiva pluma para crear conciencia sobre los desafÃos que actualmente enfrentamos.
Sus colegas hemos perdido un intelectual sólido y serio, con notables contribuciones a la interpretación histórica y, en general, la ciencia polÃtica. Y en lo personal he perdido a un amigo respetado y querido, con el que me unieron lazos entrañables que superaron con creces cualesquiera diferencias ideológicas.
Con Rodolfo Cerdas tuve la fortuna de labrar una amistad de toda una vida. Fue gracias a la solidaridad y generosidad de su padre, don Jaime, por lo que mis progenitores pudieron vencer trabas en la administración y obtener la naturalización en esta patria noble en los años cuarenta. Eran aquellas, sin duda, épocas turbulentas que anegaban el mundo con odios racistas, destrucción y muerte.
Años más tarde coincidà con Rodolfo en las aulas de la Facultad de Derecho. Después tuve el privilegio de colaborar en nuestros afanes intelectuales en la Escuela de Ciencias PolÃticas de la Universidad de Costa Rica, y posteriormente en el Centro de Investigación y Adiestramiento PolÃtico Administrativo (CIAPA). En esta extraordinaria institución, liderada por nuestro recordado amigo y mentor, Samuel Stone, durante varias décadas discutimos ideas en un plano de respeto y franqueza, libres de los sofismas y el propagandismo que ya entonces amenazaban secuestrar el discurso polÃtico del paÃs.
A lo largo de esos años, Rodolfo siempre mostró su rigor analÃtico, su bonhomÃa y capacidad para discrepar con firmeza pero con absoluto respeto, el coraje de ser leal a sus convicciones y su inquebrantable compromiso con el bienestar integral de la sociedad costarricense. Ni la duración y seriedad de su enfermedad le impidió consagrarse hasta el final a ese compromiso de actuar como un tribuno en pro de la democracia costarricense y de luchar por preservar las caracterÃsticas sociopolÃticas que nos han diferenciado de otras naciones.
En los últimos años era evidente su preocupación, casi dirÃa angustia, en torno al deterioro de nuestro sistema polÃtico partidario y por lo que podrÃamos denominar la creciente centroamericanización de nuestro paÃs. Rodolfo aprovechaba todas las oportunidades para llamar la atención sobre esa problemática y convocar a enfrentarla activamente, particularmente desde sus columnas.
Retroceso regional. Los recordatorios sobre la validez de sus preocupaciones no escasean, por desgracia. Sobre los riesgos del deterioro de nuestro sistema polÃtico, baste observar hoy nuestro vecindario. En Guatemala se aproxima una segunda ronda electoral donde se escogerá presidente entre un general retirado a quien le atribuyen violaciones masivas de los derechos humanos, Otto Pérez Molina, y un candidato populista sospechoso de vÃnculos con el narcotráfico, Manuel Baldizón.
En Honduras, entretanto, el presidente Lobo no logra encontrar su rumbo y el expresidente Zelaya, quien desató con sus actuaciones irresponsables la grave crisis polÃtica que recién afrontó esa nación, se alista para lanzarse de nuevo a la búsqueda del poder, con los consiguientes riesgos para la estabilidad que todo este escenario puede plantear. Y en Nicaragua, los ciudadanos pronto irán a una elección muy poco democrática en la que el presidente Ortega intentará perpetuarse en el poder, a lo Chávez, gracias a una letanÃa de subterfugios y evidentes violaciones de normas constitucionales y legales.
El reciente Informe de Competitividad Mundial 2010-2011 del Foro Económico Mundial no solo reflejó que la competitividad de nuestro paÃs sigue debilitándose, sino que este fue un rasgo común para la región centroamericana. Al examinar Centroamérica, queda claro que Costa Rica retrocedió al lugar 56, y tras haber ocupado el segundo lugar en Latinoamérica ahora nos superan ya varios paÃses de la región. También es patente que este rasgo de retroceso es algo que compartimos con el resto de Centroamérica, donde solo Guatemala logró un ligero avance, del puesto 80 al 77, al tiempo que todos los demás paÃses se estancaron o retrocedieron.
Cuando en una medición de este tipo empezamos a ver que Costa Rica tiene una tendencia en la misma dirección negativa que el resto de Centroamérica, resulta evidente la necesidad de repensar seriamente el modo en que el paÃs está encarando sus desafÃos. Y a esto se aúna el más que evidente crecimiento de la violencia y la criminalidad, que si bien lejano de los niveles de paÃses como El Salvador, Guatemala u Honduras, sà muestra sÃntomas preocupantes que deben ser abordados con seriedad antes de que sea demasiado tarde.
Sobre estos y otros problemas, Rodolfo Cerdas llamó incesantemente la atención. Lo hacÃa en cumplimiento de su acendrado compromiso por contribuir a que construyéramos una sociedad mejor sobre la base de nuestra herencia histórica. Fue la tarea incansable de un tribuno de la democracia. El mejor homenaje que se le puede rendir a este intelectual, polÃtico y ciudadano excepcional, será siempre tener presente su convicción y compromiso inquebrantable por construir juntos una sociedad equilibrada, justa y equitativa, que preserve y profundice los elementos centrales que nos han distinguido en la comunidad internacional.