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Commentary
La Nacin (Costa Rica)

El Autogol de la OEA

Por fin la diplomacia recibe una oportunidad en el manejo de la crisis hondure?a, luego de que la Organizacin de Estados Americanos (OEA) se descalificara a s misma para su papel natural en ese caso. Con los esfuerzos de la mediacin encomendada al presidente costarricense ?scar Arias, y eventualmente con otros mecanismos de la diplomacia, empieza a retornar la sensatez y se enmienda una pifia monumental.

Fue absurdo que el foro por excelencia para la regin renunciase a la diplomacia, justo en el momento en que esta ms se necesitaba.

Bajo la errtica conduccin del secretario general, Jos Miguel Insulza, y el evidente influjo de mayoras automticas con una agenda ideologizada y sin ninguna relacin con los principios bsicos del Sistema Interamericano, la OEA cometi un autogol desde media cancha que la ha dejado maltrecha. Todava no es posible encontrar explicacin alguna al viaje del Secretario de la OEA a Honduras, pues de antemano redujo su visita casi al impropio papel de mero notificador de resoluciones, pretendiendo desconocer realidades que no van a desaparecer por arte de magia y renunciando al papel de componedor que el inters superior del bienestar del pueblo hondure?o y la estabilidad poltica regional demandaban en ese momento.

Si las cosas no han sido peores, mucho podemos agradecer al brillante papel ejercido por Canad en procura de que imperara la cordura. Es muy satisfactorio que otras voces estn sumndose a ese esfuerzo y que, por fin, el proceso lo estn conduciendo verdaderas democracias, y no aquellos que hace apenas un mes se mofaban de la Clusula Democrtica y que no han mostrado respeto alguno a los verdaderos principios democrticos.

Tareas pendientes. Bienvenida, pues, la rectificacin, pero an hay trabajo pendiente. Para que plasme una solucin a la crisis en Honduras, hay varios elementos fundamentales que considerar.

En este sentido, es indispensable una evaluacin realista de la compleja situacin hondure?a. A riesgo de desalentar a los seguidores de Dan Brown, la situacin en Honduras no es una confrontacin de ?ngeles y demonios?. Ciertamente, Manuel Zelaya fue elegido democrticamente y su perodo an no haba concluido, pero es claro que no estaba respetando reglas democrticas fundamentales que constri?en la conducta de un gobernante y, por eso mismo, le dan legitimidad.

Zelaya insisti deliberadamente en conductas violatorias de la Constitucin hondure?a que erosionaron su legitimidad. Eso no significa que los procedimientos utilizados al sacarle del pas fueron los ms apropiados, aun cuando es evidente que en parte ello se origin en los vacos de la Constitucin de Honduras, en torno a los procedimientos para impugnar el mandato de un presidente que la viola.

Lo anterior obliga a eliminar posiciones reduccionistas, que son patentemente absurdas. Insistir en que la nica salida al problema es el retorno sin condiciones de Zelaya es una ?solucin? tan poco realista como insistir en que la nica solucin sera que Zelaya no vuelva y punto. No se trata de escoger uno de dos extremos, porque as no habr forma de que las partes puedan llegar a un acuerdo mediante dilogo, y no por la fuerza.

El corolario es, inevitablemente, que ambas partes tienen que ceder. La nica salida realista pasa por reconocer que Zelaya no tendra posibilidad alguna de operar con las dems instituciones hondure?as en una armona bsica, puesto que todas se le oponen. De modo que si vuelve como Presidente, o tendra que resignarse a un papel puramente decorativo, pues todos los dems lo ignoraran, o tendra que recurrir a tratar de purgar a los otros para tener verdadero poder, con lo cual se volvera al punto de partida.

Tambin obliga el realismo poltico a reconocer que Roberto Micheletti tampoco podra operar efectivamente. No necesariamente por su culpa, pues no es su responsabilidad que l era la persona que constitucionalmente tena que llenar un vaco en ausencia del Presidente, pero s desde el realismo poltico de que no es aceptable para Zelaya y los sectores que lo apoyan.

Diplomacia creativa. Asegurar la paz y la tranquilidad al pueblo hondure?o, y que este se pueda concentrar en los imperativos de impulsar su desarrollo y aminorar la pobreza, es ms importante que los intereses personales o de grupos. Los principales actores de la crisis hondure?a estn llamados a hacer sacrificios en atencin al inters de la patria, y eso significa que ambos tendrn que ceder, significativamente, para alcanzar un acuerdo viable, y que la comunidad internacional deber promover y acuerpar esa actitud.

Las circunstancias demandan mucha creatividad. Las ?soluciones? hasta ahora esgrimidas son inflexibles, y han demostrado ser incapaces de resolver el problema. Es hora de pensar en soluciones alternativas que s puedan solventar el impasse . Y tambin reina la duda de si a Hugo Chvez le conviene un arreglo, dado su inters y protagonismo en atizar un conflicto que mantiene ocupada a la regin ?y a Estados Unidos? lejos de Venezuela, donde en estos momentos se fragua un nuevo asalto del rgimen a los medios de comunicacin.

Adems de buscar una solucin a la crisis hondure?a, quienes estn comprometidos con la democracia en el continente, tienen ahora la urgente tarea de pensar cmo recuperar a la OEA del foso cavado con sus terribles desaciertos, y lograr que vuelva a ser capaz de acciones relevantes.

De modo que es importante hacer borrn y cuenta nueva, y mejorarla, pues el continente an requiere mecanismos regionales para promover la estabilidad, la paz, la democracia, el Estado de Derecho, y los derechos humanos.